Cony Capelli: La pintora que dejó huella en el alma del arte chileno
Cony Capelli, pintora chilena cuya obra reflejó la intimidad, el dolor y la belleza cotidiana de la mujer en Chile durante el siglo XX. También conocida como Concepción Capelli, su arte no buscó grandezas ni protestas ruidosas, sino que se metió en los espacios silenciosos de la vida: el cuarto de una madre, el rostro cansado de una trabajadora, el vacío después de una despedida. Su pintura no era ruidosa, pero era imposible de ignorar.
Cony Capelli no fue una artista de grandes movimientos ni de exposiciones internacionales masivas, pero su influencia se siente en muchas mujeres que hoy pintan en talleres de Santiago, Valparaíso o Concepción. Su estilo, cercano al expresionismo pero con un toque íntimo y casi doméstico, se conecta directamente con figuras como María Martner, otra pintora chilena que exploró la subjetividad femenina en el arte, o con la poesía de Gabriela Mistral, cuya sensibilidad emocional resonó en la obra visual de Capelli. Mientras otros buscaban la abstracción o la política, ella encontró fuerza en lo pequeño: una silla vacía, una manta doblada, una ventana abierta al atardecer. Esa es la razón por la que su legado no se desgasta: porque habla de lo que todos vivimos, pero pocos nos atrevemos a nombrar.
En las últimas décadas, su obra ha sido rescatada por museos, universidades y coleccionistas privados que reconocen su valor como testigo silencioso de una época. Exposiciones en el Museo Nacional de Bellas Artes, la institución más importante del arte chileno que ha incluido piezas de Capelli en sus colecciones permanentes han vuelto a ponerla en el mapa. No es una artista de tendencias, pero sí de profundidad. Y eso es lo que la hace relevante hoy, cuando el arte chileno busca identidades auténticas más que espectáculos vacíos.
Lo que encontrarás aquí no son solo artículos sobre su vida, sino historias que la conectan con lo que pasa ahora: cómo su estilo inspira a nuevas generaciones, cómo su nombre aparece en debates sobre el reconocimiento de mujeres en el arte, y cómo sus cuadros siguen siendo referentes en talleres de arte de barrio. No es un homenaje nostálgico. Es una presencia viva.