Una isla invadida por residuos plásticos: crisis en Rapa Nui
Rapa Nui, más conocida como Isla de Pascua, está muy lejos de los grandes centros urbanos y, aun así, aparece como el territorio latinoamericano más golpeado por la contaminación de playas este 2024. ¿Cómo llega semejante cantidad de residuos plásticos a un lugar tan remoto? Gran parte de la culpa la tiene el giro del Pacífico Sur, una enorme corriente marina que actúa como una autopista para la basura flotante. Esa corriente arrastra desperdicios desde costas australianas, países sudamericanos, y pesqueros que deambulan por el océano con escasa regulación ambiental.
La situación es tan grave y tan constante, que ni los intensos esfuerzos locales pueden con la avalancha de desechos. Según datos municipales de Rapa Nui, el 58% de los residuos hallados en las playas tiene su origen en el propio Chile continental. Es decir, no es solo una cuestión de residuos internacionales: la basura parte, sobre todo, desde el país al que pertenece la isla.
¿Y el otro gran enemigo? Los microplásticos. Esos fragmentos invisibles a simple vista están presentes en redes, boyas y aparejos de pesca que terminan en el mar y se van desintegrando hasta ser imposibles de limpiar. El alcalde Pedro Edmunds no lo esconde: los microplásticos han explotado en cantidad, y ya están entrando en la cadena alimentaria local. Los peces y mariscos, esenciales en la dieta rapanui, los ingieren sin remedio, acabando como componente no deseado en la mesa de las familias isleñas.
Crisis alimentaria y respuestas: la cumbre que planta cara al plástico
Este escenario no solo afecta al entorno. Golpea directamente las fuentes de proteínas de la ciudadanía y pone al límite la sostenibilidad de sus oficios tradicionales, como la pesca y la recolección. Las preocupaciones no son teóricas: han visto ya efectos en bancos de peces y en crustáceos que antes eran abundantes.
Ante la gravedad del momento, Rapa Nui ha tomado el liderazgo al reunir a voces de toda la región en la Pacific Leaders Summit 2024. Durante la cumbre, expertos del SPREP y representantes de Naciones Unidas recalcaron algo que suena a clamor: no basta con buenas intenciones o campañas de limpieza, sino que se necesita un tratado internacional, legalmente vinculante, que obligue a los países a reducir la producción de plásticos y, sobre todo, a gestionar mejor los residuos que ya circulan por los mares.
- Entre los temas más discutidos: la responsabilidad de Chile como principal fuente de basura que llega a la isla, y la urgencia de que el acuerdo global sea real, no solo voluntario.
- El impacto directo en la salud de los habitantes, por exposición e ingestión de microplásticos, fue otro punto fuerte en las intervenciones.
- Se hizo especial hincapié en la necesidad de fortalecer las regulaciones a la pesca industrial y los contenedores de transporte marítimo, grandes generadores fantasmas de residuos plásticos.
Las autoridades rapanui, junto a otros líderes del Pacífico, quieren que lo que pasa en sus playas deje de ser invisible para el resto del continente. El mensaje lanzado es contundente: lo que se lanza al mar en una costa, nunca desaparece. Y tarde o temprano, acaba regresando—en este caso, a una isla que ya grita por ayuda.