El último giro en el ya mediático Caso Audios se vivió lejos de los tribunales, entre barrotes, cuando Leonarda Villalobos acabó desplazada a la cárcel de San Joaquín. ¿La razón? Una denuncia de acoso hecha por la exalcaldesa de Maipú, Cathy Barriga. Ambas, en situación de prisión preventiva por delitos distintos, ahora viven separadas después de un enfrentamiento que no ha pasado desapercibido.
Todo comenzó con una propuesta de Villalobos, investigada por lavado de activos, para trabajar juntas en una estrategia legal. Barriga, que se encuentra detenida por presunto fraude tributario y falsificación de documentos, se negó. Esa negativa bastó para encender la mecha entre ambas y dar inicio a una discusión verbal que, según Barriga, desbordó los límites de una simple diferencia de opinión. La exalcaldesa recogió lo sucedido en documentos y pidió asistencia a Gendarmería, denunciando oficialmente el acoso el 5 de enero de 2025.
El proceso avanzó con rapidez: un día después, el 6 de enero, las autoridades penitenciarias tomaron cartas en el asunto, solicitando y aprobando el traslado de Villalobos de la cárcel de mujeres San Miguel a San Joaquín. Según fuentes internas, la medida buscaba reducir tensiones y evitar mayores conflictos entre las imputadas, en un entorno carcelario que suele amplificar cualquier roce entre figuras públicas y acusadas de delitos de alta connotación.
Por parte de Villalobos, su abogada negó los hechos y trató el incidente como un simple malentendido, restando importancia a lo narrado por Barriga. Lo cierto es que la convivencia en prisión preventiva no suele ser sencilla, especialmente entre perfiles tan expuestos y con causas judiciales separadas pero seguidas de cerca por la prensa. Tanto Villalobos, envuelta en el escándalo del Caso Audios, como Barriga, investigada por delitos económicos, están a la espera de decisiones claves que pueden definir sus futuras vidas fuera de las celdas.
Si algo refleja este enfrentamiento es cómo las tensiones provocadas por procesos judiciales mediáticos no terminan en la sala de audiencias, sino que a veces cobran una nueva dimensión bajo el rigor de la vida carcelaria. Por ahora, ambas siguen en situación de prisión preventiva, aunque ya no comparten el mismo pabellón.