Paranormal en Chile: fenómenos, leyendas y casos reales que intrigaron al país
El paranormal, fenómenos que escapan a la explicación científica convencional y que desafían la lógica cotidiana. También conocido como sobrenatural, es algo que muchos chilenos han vivido, aunque pocos lo cuenten abiertamente. No es solo cosa de películas o historias de terror de fin de semana. En Chile, el paranormal tiene raíces profundas: desde las leyendas mapuches hasta los testimonios de militares en la Patagonia, pasando por casas abandonadas en Santiago que nadie quiere alquilar.
El fantasma, una presencia no física que se manifiesta con sonidos, fríos o figuras visuales, a menudo ligada a una muerte traumática es el más común. Pero no es el único. El fenómeno sobrenatural, eventos que violan las leyes físicas conocidas, como objetos que se mueven solos o voces en radios apagadas también ha sido documentado. En Valparaíso, por ejemplo, hay una casa donde los relojes se detienen siempre a la misma hora. En la región de Coquimbo, campesinos juran que escuchan cantos de mujeres en la noche, sin que nadie esté cerca. Y en la Isla de Chiloé, el leyenda chilena, relatos transmitidos oralmente que mezclan creencias indígenas, católicas y populares, a menudo con elementos místicos del Caleuche —un barco fantasma que navega por las aguas del sur— sigue viva en las historias de pescadores.
Lo curioso es que estos casos no son solo anécdotas de abuelos. Hay archivos de la PDI, testimonios de periodistas, y hasta registros de militares que hablan de luces extrañas en el desierto de Atacama. Algunos los llaman ovnis. Otros, simplemente, lo paranormal. Lo que sí es claro: cuando alguien cuenta una historia así en Chile, casi siempre tiene una razón para hacerlo. No es por atención. Es porque lo vio. Lo sintió. Lo vivió.
En esta recopilación, encontrarás relatos reales, investigaciones locales y casos que la prensa chilena cubrió en silencio. No hay teorías absurdas ni supuestos expertos. Solo historias que, aunque no se puedan explicar, sí se pueden sentir. Porque en Chile, lo invisible no siempre está lejos. A veces, está en la esquina de tu calle, en la habitación de tu abuela, o en el bosque donde jugaste de niño.