Democracia en Chile: ¿Cómo se vive hoy en día?
Democracia, es el sistema en el que el poder lo tienen las personas, no los líderes por designación, y donde se elige a quienes toman decisiones por voto libre y secreto. También conocida como gobierno del pueblo, no es solo una ley escrita: es lo que pasa todos los días en las calles, en las urnas, en los tribunales y en los medios. En Chile, esta idea se prueba cada vez que alguien sale a protestar, que una ley se aprueba con apoyo popular o que un político pierde el cargo por no cumplir lo prometido.
La derechos civiles son el alma de la democracia. Sin libertad de expresión, sin acceso a la información, sin protección contra la represión, no hay democracia real. Lo vimos en los últimos años: cuando se intentó silenciar a periodistas, cuando se restringió el derecho a reunirse, o cuando se cuestionó la imparcialidad de las instituciones. Y también lo vimos cuando ciudadanos comunes se organizaron para exigir cambios, como en las movilizaciones por la educación, la salud o la justicia. La democracia no se mide solo por las elecciones, sino por lo que pasa entre ellas.
Las elecciones son el mecanismo más visible, pero no el más importante. Que se voten presidentes, senadores o alcaldes no garantiza que el sistema funcione. Lo que importa es si los votos se cuentan bien, si las campañas son justas, si los partidos responden a la gente y no a los intereses económicos. En Chile, ha habido intentos de reformar el sistema electoral, de abrir más espacios a candidatos independientes, de reducir el poder de los grandes partidos. Pero la pregunta sigue ahí: ¿quién realmente gobierna, y para quién?
Las instituciones públicas —el Congreso, la Corte Suprema, el Banco Central, la Contraloría— son los pilares que sostienen la democracia. Pero cuando se ven como herramientas de poder, no de servicio, se debilitan. En Chile, hemos visto cómo algunos organismos han sido presionados, desfinanciados o desacreditados. Y también hemos visto cómo otros, como la Fiscalía o la Defensoría del Pueblo, han actuado con independencia, incluso en medio de la presión. La democracia no se sostiene con discursos bonitos, sino con acciones concretas de quienes están dentro del sistema.
Lo que encontrarás aquí no son teorías ni ensayos. Son historias reales: una emboscada en La Araucanía que pone a prueba el Estado de derecho, un apagón en Coquimbo que protege el cielo pero también exige transparencia, una elección que se decide por una red social, un juez que se niega a cerrar una investigación por presión política. Son los detalles pequeños que, juntos, definen si la democracia está viva o solo se mantiene por costumbre.