Un gol en el 90+10 cambió todo: IDV sobrevivió a la embestida de Ponchito
Un golpe de drama selló la noche en el Estadio Olímpico Atahualpa. Mushuc Runa tenía a Independiente del Valle contra las cuerdas, 2-0 arriba y a un suspiro de los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Pero en el minuto 90+10 apareció Michael Hoyos, empujó la pelota a la red y obligó una definición por penales que terminó 4-2 para los rayados. Así, el 19 de agosto de 2025, la llave de octavos quedó para Independiente del Valle pese a perder 2-1 en los 90 minutos.
El libreto fue claro desde el arranque: Mushuc Runa salió a morder. La presión alta, la agresividad en los duelos y la búsqueda por bandas incomodaron a un IDV que no encontraba ritmo. El premio llegó justo antes del descanso. Jhonnier Chalá, imponente en el salto, conectó un cabezazo en el área al 45’ y desató el primer rugido de la noche. El envión continuó tras el entretiempo: Christian Penilla amplió la ventaja con una definición fría que parecía encarrilar la clasificación.
El plan de Ponchito pudo ser redondo. Joaquín Vergés estrelló un remate en el poste después de una jugada enmarañada en el área, y Bentaberry avisó con otro cabezazo que se fue por poco. Llegaban, lastimaban, y le ponían al partido un ritmo que forzaba a IDV a vivir al límite. El Atahualpa, elegido por la organización por su capacidad y condiciones para torneos internacionales, se convirtió en terreno fértil para el ímpetu del local.
Pero los equipos con colmillo continental saben resistir. IDV, bicampeón de la Sudamericana (2019 y 2022), sostuvo la cabeza cuando el cronómetro corría en su contra. Entre cambios, balones frontales y segundas jugadas, encadenó centros y segundas pelotas hasta que, en la última embestida, Hoyos apareció en el corazón del área en el 90+10. Ese gol no solo cambió el marcador; cambió los nervios. Los de Sangolquí pasaron del abismo a la vida en un parpadeo.
Con el 2-2 en el global y sin regla del gol de visitante —eliminada por Conmebol—, la serie se definió desde los once metros. Ahí pesó el temple. IDV convirtió sus cuatro ejecuciones con seguridad, mientras que Mushuc Runa falló dos disparos en momentos clave. La tanda, tensa y limpia de teatralidad, dejó una imagen clara: los rayados no se desesperan ni cuando el reloj arde.
- 45’: Gol de Chalá (Mushuc Runa), 1-0.
- Segundo tiempo: Gol de Penilla (Mushuc Runa), 2-0.
- 90+10’: Gol de Michael Hoyos (IDV), 2-1.
- Penales: IDV 4-2 Mushuc Runa.
El 2-1 final en Quito no cuenta toda la historia. Mushuc Runa jugó el partido que necesitaba: intenso, vertical, con llegada. Forzó errores, ganó duelos aéreos y encontró espacios a la espalda de los mediocentros de IDV. Su plan fue valiente y, por largos pasajes, superior. Pero en eliminatorias así, la diferencia la marcan detalles: aprovechar el momento para el 3-0, sostener la concentración en el descuento, ejecutar con frialdad en la tanda.
Para IDV, la noche también deja tarea. El equipo se enredó en la salida ante la presión y sufrió más de lo esperado en su propia área. Aun así, su resistencia mental volvió a aparecer. No es casualidad: este club ha hecho de la gestión de escenarios límite una marca de identidad, con una estructura deportiva que pule futbolistas y sostiene ideas bajo presión. Cuando tocó quemar naves, lo hizo sin renunciar a su personalidad.

Qué viene ahora y qué deja esta serie
Con el boleto en la mano, IDV enfrentará a Once Caldas en cuartos de final. El rival colombiano trae una historia pesada en torneos internacionales —campeón de la Libertadores 2004— y un estilo que suele hacerse fuerte en series cerradas. Será una llave de ajedrez: paciencia, ocupación de espacios y eficacia en las áreas. Las fechas serán definidas por Conmebol, pero el guion promete tensión.
El pase de IDV también dialoga con su propio recorrido. El club ecuatoriano ha sabido competir sin complejos en el continente, con dos Sudamericanas en su vitrina y una base de jóvenes que se mezcla con veteranos de carácter. La gestión del banquillo para modificar el ritmo del partido en Quito y la jerarquía en la tanda muestran por qué suele llegar lejos.
Del otro lado, la actuación de Mushuc Runa explica el crecimiento del proyecto. Un club que nació desde una organización comunitaria y que ha escalado peldaños a fuerza de orden y ambición estuvo a minutos de meterse entre los ocho mejores del torneo. Su plan fue reconocible y competitivo. Le faltaron centímetros, no ideas. Ese es un punto de partida poderoso.
El Estadio Olímpico Atahualpa, testigo de tantas noches de selección y de copas, volvió a ser escenario de un guion que Ecuador conoce bien: intensidad, altura que condiciona y emociones al límite en los descuentos. La elección de Quito como sede para este duelo —por capacidad y logística— funcionó para el espectáculo: público, ritmo y una tanda que cortó la respiración.
Más allá del desenlace, quedan notas tácticas. Mushuc Runa encontró ventaja con centros tensos y llegadas desde segunda línea. IDV corrigió tarde la protección del área, pero ganó metros con laterales altos y transiciones rápidas en el tramo final. La llave se movió por rachas: primero el empuje local, después el oficio visitante. En penales, la balanza cayó del lado del que menos titubeó.
La Sudamericana no perdona distracciones. En Quito, lo que parecía sentencia se transformó en supervivencia. IDV sigue en carrera y Ponchito se marcha con una certeza: compite para quedarse. Y si alguna vez se preguntó si estaba listo para noches así, la respuesta ya la dio en la cancha.